Llovía a cántaros. Llevaba así desde primera hora de la mañana y no parecía que fuera a escampar en todo el día. Las azoteas de los edificios apenas se veían a través del chaparrón. Desde el ventanal de la casa, Maribel miraba hacia la fortaleza de La Mota sin llegar a atisbarla. Abajo, los coches…
Dulcinea, aunque nadie se atreve a llamarla ası́ en el pueblo, peina sus largos cabellos grises en esta hora frı́a del anochecer de otoño. Se encuentra sola, en su recámara, frente a un espejo algo roto, enmarcado en una tabla oscura y severa que denota su pertenencia a una casa más importante, pero que, vaya…
Alcanzar la vejez y haber procreado en el trayecto no debería otorgarle a uno la condición de abuelo, ni mucho menos. Florencio, con sus rubicundos mofletes y su barba blanca, nunca resultó la afable versión de San Nicolás que cualquiera de sus nietas, entre las cuales me incluyo, hubiéramos deseado, más bien todo lo contrario….
Llovía a cántaros. Llevaba así desde primera hora de la mañana y no parecía que fuera a escampar en todo el día. Las azoteas de los edificios apenas se veían a través del chaparrón. Desde el ventanal de la casa, Maribel miraba hacia la fortaleza de La Mota sin llegar a atisbarla. Abajo, los coches…
Juan apura su segundo coñac apostado en la barra del bar sin atender apenas al partido de fútbol que emiten por el televisor. Un viejo Sony Black Trinitron que lagrimea churretes de aceite, consecuencia del arduo trabajo de la freidora durante catorce incesantes horas al día, recalentando pancetas con sabor a cebolla pochada. Todavía le…
Lo vieron llegar por el camino de los contrabandistas. Siempre aparecía por allí cuando se aventuraba a robar en los campos de los señoritos. Un día de estos le pegarían un tiro y nadie lo recogería de entre los rastrojos; sólo los buitres sacarían provecho. De lejos ya se veía que traía el saco lleno….
La miró dormida en el sillón. La cabeza ladeada sobre un hombro, el pelo blanco cortado a lo chico y las gafas sobre el pecho que se balanceaban al ritmo pausado de su respiración. Un libro reposaba abierto sobre su falda. Una oleada de ternura lo invadió. Sí tenía sus años, pero él siempre la…
Només travessar la porta, la Clara li descobria el foc dins els ulls i li olorava quan ell se li apropava per l’esquena, l’ alè de verí al clatell. Aleshores es preparava, posant-se a resguard, fins que ell pitjava el detonador. Aquella nit, com tantes altres, El Ramon va desar el seu maletí dins l’armari…
Cuando recobré el sentido, estaba en la cama de un hospital. Me dolían hasta las pestañas. El médico me informó que había estado a punto de matarme y que, gracias a Dios, solo tenía roto el fémur de la pierna derecha, dos costillas, el cúbito y el radio del brazo derecho y habían tenido que…
Elisabet…. Todo en ese nombre me gustaba. La ele, que hace deslizar la lengua sobre el paladar. La ese, tan vibrante en los labios. La be, como un beso brevísimo y mudo. La te, llena de fuerza para marcar un espíritu luchador. La i, esbelta como un junco. La a, que llena los pulmones de…