El rico príncipe fatimí Mahmud al Dawla bin Fatik había recibido el aviso del cumplimiento del pedido de libros hecho al emperador de los griegos de Constantinopla. Eran bultos y bultos cuidadosamente envueltos por orden del príncipe en pieles dobles de camellos para que viajaran perfectamente reservados a través del mar y del desierto hasta su palacio de El Cairo.
Francisco Rincón
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