Mi esposo debía morir. El divorcio no era una opción, yo deseaba quedarme con todo el patrimonio conyugal y, ¡por supuesto!, también con la indemnización del seguro de vida. La cuestión que se me planteaba era cómo cometer el crimen perfecto. He visto muchos capítulos de la serie C.S.I., y sé que son infinitas las maneras en que un asesino competente puede cagarla y terminar entre rejas.
Hector Daniel Olivera
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