Relato de enero: «No soy una persona simpática»

No soy una persona simpática, no es falsa modestia, no lo soy, ni lo quiero ser. Odio a las personas, a las amables más que a las demás. Me irritan, me producen ardor estomacal. Los vampiros son vulnerables al sol, al ajo y al agua bendita, yo a la dulzura, la simpatía y los buenos modales. En el mundo de lo políticamente correcto, el tránsito por la vida para un individuo como yo es una
tortura. Vivo rodeado de seres blanditos, acuosos, prescindibles. Ante tanta deyección humana y para evitar padecer a esa subespecie que son las personas respetuosas me establecí en un pequeño pueblo con apenas unas docenas de habitantes.

Carmen Gracia

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