Mario y Cristina se dan cita en un céntrico hotel de la capital. La consigna principal consiste en encontrarse directamente en la habitación, a oscuras y sin mediar palabra. Solo sus cuerpos se comunicarán mediante el único lenguaje que les es propio: el de la piel. Sin que nada más tenga cabida salvo la consumación de su propio deseo. Ni una vocal, ni un monosílabo. Todo oscuridad, solamente ellos.
Rosa María Guijarro Paredes
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