No me da vergüenza afirmar que yo de joven siempre quise ser poeta. Luego decidí estudiar derecho y, tras ejercer algunos años la abogacía, acabé ganándome una silla de magistrado. Por muy prosaico que pueda parecer a primera vista el oficio, bien es sabido que la poesía ronda todos los rincones del hombre y siempre, aunque sea de las formas más acrobáticas e inescrutables, logra abrir sus caminos.
Eloy Martínez
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