La conoció en Internet. Durante los primeros días se enviaban mensajes de correo, y finalmente acabaron chateando y viéndose en las pantallas de sus ordenadores a través de sus cámaras web. Desde el primer momento, se había establecido entre ellas un lazo de amistad, que las llevaba a pasar varias horas de cada jornada contándose sus secretos e intimidades. María vivía sola. Era una chica de treinta años, rubia y de facciones muy agradables, que gustaba de la literatura, especialmente la del género de terror. Raquel, sin embargo, prefería las novelas románticas; estaba casada y rozaba los treinta y dos.
Francisco Artacho Arjona
Leave a Reply