El perro pastor alemán Pancho, entre sonoros y desgarradores ladridos, porfiaba en tratar de liberarse de la correa extensible que, atada a una farola, pese a sus más de dos metros de longitud, le impedía alcanzar el círculo de sombra que proyectaba el cerezo plantado en el jardín comunitario de la vecindad.
Salvador Robles
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