Era una mañana fría y neblinosa. La bruma se había dormido en el fondo de los valles de los montes
de León, pero por encima de ella la visibilidad era excelente, perfecta para lo que tenía que hacer.
Había estudiado hasta el mínimo detalle: El recorrido de la montería, las zonas en la que se apostarían los cazadores, el tipo de arma y calibre que GM llevaría, la hora en la que llegarían, …
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