Eduarda había llegado a la residencia por propia voluntad.
Lo decidió el día que cumplió 76 años y lo celebró ella solita en casa. No tenía más familia.
Había vendido el piso. Se lo había comprado el banco por un precio mucho más bajo de su valor. Pero había una condición. Ellos pagarían la Residencia mientras viviera y cada mes le dejarían 150 euros para sus gastos personales.
Rafi Bonet Córdoba
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